sábado, 12 de julio de 2008

Los Riesgos de Internet




Aquí pueden encontrar videos para reflexionar con los docentes, padres y alumnos sobre el uso de las pantallas

Ver Videos

jueves, 12 de junio de 2008

Momentos de imaginar un nuevo pais




Carta enviada por el Director del Colegio Champagnat a los padres de alumnos.

SOÑANDO UNA NUEVA ARGENTINA


La violencia, como el humo, invade los más recónditos estamentos de nuestra sociedad. Ya no es el robo a mano armada o el vergonzoso y artero secuestro; es la violencia en los escenarios deportivos, en los medios de comunicación social, en el transporte, en las aulas, etc.


La paz y la guerra anidan en lo hondo de la naturaleza humana. Desde el bíblico litigio de Caín y de Abel, a hoy, cada persona puede ser un volcán de violencia o un mar de dulzura. La violencia y la paz, el odio y el perdón forman parte del misterio del hombre. Hay que educar para la paz, hay que promoverla incesantemente. La paz, caricia de Dios, es tarea de hoy y de siempre. La paz es tarea de todos, pero deber ineludible de las autoridades. A mayor investidura, mayor cordura.

JUEGO PELIGROSO

Las autoridades nacionales, en los últimos tiempos, han atizado hogueras de violencia y ejercitado rencores y enfrentamientos. Un gobierno democrático y sólido no necesita avivar odios para acrecentar la gobernabilidad. Es un juego peligroso, imprevisible en sus consecuencias, ya que a la larga o a la corta, daña a quien lo instrumentó.


Hacemos memoria de algunos hechos:

La irrupción en la Plaza de Mayo de piquetes vandálicos que desalojaron a pacíficos manifestantes con lluvia de trompadas y de gritos discriminatorios verbalizando un profundo resentimiento.

El discurso oficial mesiánico, teñido de un histérico populismo que enfrenta el agro con la industria; el campo con la ciudad; el centro con la periferia.

¿Por qué balcanizar la ciudadanía argentina?

¿No vivimos todos en la misma Patria ?

Esta división, además de ser injusta y arbitraria constituye un juego peligroso que atenta contra la armonía y sana convivencia pluralista que siempre nos caracterizó. Podemos ser mosaicos de diferentes colores, pero formando la única figura, la Nación Argentina.


Es inaceptable el frecuente crispamiento que acusa de subversivo al democrático por disentir, y confunde adversario con enemigo. Intolerable y violenta la presencia de cierto sindicalismo muy K, tan jurásico como K, que ataca con inusitada violencia, aísla fábricas, supermercados, amedrentando al simple ciudadano y sembrando caos a los cuatro vientos. La patológica y persistente regresión a la década del setenta demonizando arbitrariamente a unos y angelizando hipócritamente a otros, en fino ejercicio de fragmentación de la unidad social.



La persistente sospecha y el miedo a los 'generales mediáticos' y el profundo desprecio por los generales de carne y hueso, que al fin y al cabo, son soldados de la Patria.



El estilo de relación de las autoridades nacionales con empresarios, productores, exportadores, intelectuales no setentistas, e incluso con diplomáticos extranjeros; los aprietes, los hostigamientos, las amenazas y chicanas; las esperas injustificadas, son reflejo de absolutismo y muestra de debilidad.


Hay una política de relación muy estudiada, leída en los manuales de las revoluciones fracasadas. Yo lo experimenté en Angola en 1986 en pleno poder marxista. Hay que ir al choque, quebrar los nervios, tratar con dureza y cretinismo, como si el otro fuera una bestia a dominar o un enemigo a demoler. Existe una muy estudiada y publicitada voluntad de compartir las riquezas; la equidad debe llegar a todos los argentinos. Es cierto, todos debemos ser canales de distribución, también el estado y sus autoridades, pero los percibimos como aspiradora insaciable que abulta bolsillos del poder y de los amigos. Si no hay coherencia, verdad y respeto, la paz será una utopía y la violencia el puñetazo que acompaña nuestra diaria convivencia, el pan amargo de nuestras relaciones sociales, políticas y hasta familiares.



HACIA UN FUTURO VENTUROSO

Estamos casi en vísperas del bicentenario 1810. Tiempo propicio para hacer un proyecto de país; oportunidad para sentarse en grupo amplio y pluralista de intelectuales, políticos, productores, sindicalistas, artistas, exportadores, etc. y de trazar líneas de acción de la Argentina del futuro.



Esbozar un proyecto de Estado a corto, una presidencia, mediano, tres presidencias y largo plazo seis presidencias. Un proyecto claro, incisivo abarcativo, que obligue a quien ejerza el poder a seguirlo y cumplirlo, más allá de las ideas políticas que le hicieron triunfar. Un proyecto que nos interpele: ¿qué queremos?; ¿cuáles son los ejes del futuro progreso?; ¿cuáles las debilidades que nos tienen postrados?; ¿con qué recursos contamos?; ¿qué principios éticos y filosóficos serán la base de nuestro ser nacional?; ¿con quién nos aliaremos?; ¿cómo perfilaremos la educación de calidad, creadora de la mejor industria, la de la inteligencia? ; ¿cómo asumir la globalidad, la mundialización?; ¿qué lugar ocuparán las FF.AA. y las industrias a ellas vinculadas?; etc.

Un proyecto de Nación que impulse a la Argentina hacia un porvenir venturoso, equitativo, profundamente democrático; un proyecto que cierre el camino a la diaria involución que nos empobrece y nos fragmenta.



No hace falta filosofar mucho para ver cuál es el camino correcto. Miremos a nuestros vecinos que tuvieron tragedias como la nuestra o peores. Se animaron a cerrar las puertas al odio y a la venganza y abrir caminos hacia el futuro desde la unidad, el perdón y la justicia para todos. Hoy los vemos firmes, avanzando por los senderos del progreso y del bienestar, que producen el trabajo de calidad y la investigación; y las exportaciones que acreditan a un país como productor y le permite pasar de ser deudor a acreedor.



Admiramos la estabilidad de estas naciones. Envidiamos que gobernantes de importantes estados los visiten y los inviten a consensuar proyectos de política internacional y de desarrollo. Es hora de despertar del letargo. Argentina, con lo que es, con su inmenso potencial y con su ubicación en el planisferio, no puede quedar a espaldas del mundo libre y progresista. Buenos Aires seduce a muchos turistas y a pocos gobernantes, excepto a cuatro caudillos trasnochados, anclados en el tiempo. En estos días políticos de importantes naciones visitan países limítrofes, pero no bajan en Ezeiza y no es por el humo.



El mundo sigue progresando y nosotros petrificados en el pasado. Hay que hacer memoria del pasado; éste nos será beneficioso en la medida que por igual rechacemos la violencia sembrada por la guerrilla subversiva y por los gobiernos de facto. Miremos el futuro, interpelemos el por qué de nuestros fracasos y depongamos nuestros egoísmos. Hagámoslo por los hijos, por los jóvenes.



Argentina es tan rica que no puede fracasar. Fracasaremos los argentinos.En un mundo globalizado, con crecimiento sostenido de la población, con acrecientamiento del poder adquisitivo, Argentina debe aspirar a reinar y no a vegetar. En momentos en que las tierras cultivables, la producción de alimentos, el agua dulce se convierten en bienes preciosísimos y escasos, debemos tomar la iniciativa y salir a conquistar el mundo. Los próceres que gestaron el 25 de mayo y el 9 de julio soñaron una Patria Grande, pletórica de proyectos y encardinada en el corazón de la humanidad.



La mezquindades que hoy nos aíslan y empobrecen no condicen con el Grito de Libertad, ni con la Epopeya Emancipadora de la Naciente Patria.Argentina , como el cóndor de nuestras montañas, anímate a mirar el mundo desde arriba y a volar decidida por los caminos de la esperanza.

sábado, 12 de abril de 2008

Por qué se suceden tantos actos violentos


Si queremos entender por qué existen actos violentos debemos intentar entender las causas del fenómeno, por más que sean múltiples y complejas.

El diccionario dice que un acto violento "es aquel que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia".

La definición tan clara y concisa indica que, cuando se acomete una acción violenta, la legalidad es la que queda afuera de juego. ¿Qué entendemos por legalidad? Es la inscripción psíquica, exquisitamente humana, que permite situar y discernir aquello que sí se nos está permitido hacer y/o decir de aquello que de ninguna manera lo está.

Esta dimensión se vive internamente a través de una ley simbólica interna, que permite a las personas orientarse, establecer lazos regulados con los otros y, en definitiva, llegar a convertirse en un ser humano plenamente.

La ley simbólica se internaliza entre la temprana niñez y el final de la adolescencia. Pero para ello hay una condición indispensable: que los adultos que están involucrados en la crianza del niño, púber y/o adolescente puedan transmitirla.

A diferencia de lo que muchos piensan, eso no se hace a través de discursos uniformes, sino de actos.


Para que el chico incorpore la ley simbólica, necesita de los adultos. No sólo de los padres, sino también de quienes lo rodean en distintas instancias. Lo mismo se aplica a la sociedad en su conjunto: Estado, establecimientos educativos y la familia deben ser conscientes de esta responsabilidad.

En esta época, llamada a veces posmoderna, estamos asistiendo a una declinación en picada de la ley simbólica en todos los estratos mencionados.

Los ejemplos abundan: cada vez existen más chicos que viven en la calle o sin la atención de salud necesaria; en las familias y en los colegios se imponen "modelos" educativos descontextualizados; los padres desautorizan y desacreditan a la autoridad del maestro, y por último, cada vez más, en sentido amplio, todo "da lo mismo".

¿Por qué entonces nos extraña tanto que se cometan cada vez más actos violentos de todo grado y tenor si ellos, los niños, que están en pleno proceso de internalizacion de la ley simbólica ven como ésta declina entre quienes somos los únicos a los que nos cabe la responsabilidad de su crianza?

La autora, psicoanalista, es miembro fundadora y directora del Centro Dos.


Si desea acceder a más información, contenidos relacionados, material audiovisual y opiniones de nuestros lectores ingrese en : http://www.lanacion.com.ar
Por Miriam Mazover
Para LA NACION

Violencia Escolar. El ministro pide que les pongan límites

Tedesco responsabiliza a los padres por la violencia de los chicos

La seguidilla de episodios de violencia juvenil en las escuelas, incrementada en las últimas horas con nuevos casos en San Isidro, Entre Ríos y Tucumán, enciende una luz de alarma en las aulas.

Pero para el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, la raíz del problema no está en los colegios y tampoco en los chicos. La responsabilidad es de los adultos y, principalmente, de los padres, dijo ayer en una entrevista con LA NACION.

"¿Dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién se las está enseñando? No es la escuela ni son los maestros", advirtió Tedesco, de 63 años y con larga experiencia en organismos de la Unesco. Fundamentó su opinión en que los chicos conviven en una sociedad con un clima que favorece la permisividad y el hábito de no respetar la norma.

"No se le puede transferir a la escuela la responsabilidad de resolver problemas que ella no genera", afirmó, al describir las imágenes cada vez más frecuentes de chicos que van armados al colegio, grupos que se golpean ferozmente y hasta el caso de un adolescente que acuchilló a un compañero en clase.

Los habituales cortes de calles y de rutas, la violencia policial, la discriminación en los boliches y las animaciones de los juegos electrónicos, muchos de los cuales invitan literalmente a eliminar al otro, son el paisaje cotidiano que rodean estos episodios de violencia que se viven en las aulas y en los alrededores de las escuelas.

"No hay recetas mágicas", advirtió el ministro de Educación. Pero estimó que para atender el nuevo fenómeno de la violencia en los colegios hay que fortalecer la capacidad de los maestros para detectar síntomas que puedan derivar en episodios de violencia y pedir a los padres que se animen a poner límites.

"Los adultos estamos perdiendo nuestra calidad de adultos. Hay un problema en la relación con la juventud. Hoy todos queremos ser jóvenes y la sociedad tiende a perder esa distinción entre joven y adulto", precisó Tedesco, que desde diciembre último integra el gabinete de Cristina Kirchner.

-¿Crecieron los episodios de violencia en la escuela?

-Es difícil saber si hay un recrudecimiento. En estos días aparecieron muchos fenómenos de violencia escolar, pero tienen características muy diferentes entre sí. Hay una tendencia a poner en una misma categoría episodios propios de violencia escolar, como la agresión de un chico a la maestra, y otros que no lo son, como cuando dos chicos se pelean por una novia a 15 cuadras de distancia del colegio. Hay que hacer distinciones, porque cada caso tiene causas distintas y requieren estrategias diferentes.

-¿La situación le preocupa?

-Nos preocupa mucho todo lo que está pasando. Pero primero debemos preguntarnos: ¿dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién les está enseñando? No es la escuela ni los maestros. No es en la escuela donde se aprende a resolver los conflictos por la vía violenta ni donde se enseñan formas de agresión. Tampoco son los maestros los que enseñan estas cosas

-¿Dónde las aprenden?

-Hay que comenzar a identificar ámbitos de enseñanza y aprendizaje de esas conductas violentas. Y puede ser desde los medios de comunicación y los jueguitos electrónicos hasta el propio ámbito familiar y el barrio. Son muy frecuentes, en algunos casos, los fenómenos de maltrato infantil. En la escuela se enseña a resolver los problemas en forma pacífica, se practica la convivencia, se enseña a manejar la lengua y el diálogo. Quizá no lo estemos haciendo con la intensidad, profundidad y eficacia que la realidad requiere.

-¿Hay fallas en la escuela?

-Más que hablar de fallas, tenemos necesidad de incrementar las acciones de prevención de la violencia. Necesitamos fortalecer la capacidad de los maestros para resolver estos problemas. Muchos de ellos no están formados para esta tarea. Tenemos el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, que atiende cuatro programas, destinados a la convivencia y mediación escolar y a garantizar los derechos de los niños y los adolescentes.

-¿Con qué resultados?

-Está haciendo estudios, investigaciones. Todos los datos, al igual que otros informes, coinciden en que en su gran mayoría los alumnos viven en la escuela un clima de paz, de convivencia y buenas relaciones. Los fenómenos de violencia más frecuentes son los casos de hostigamiento, mala conducta, agresiones, burlas a un compañero, robos y destrozos de útiles. Los que llegan a situaciones de verdadera violencia son de escasa magnitud. No llegan al 3% de las escuelas del país.

-¿Hay registros?

-Muchos se basan en los informes que publican los diarios. En la Universidad de San Andrés midieron los episodios que registraron los diarios entre 1997 y 2001 y concluyeron que hubo 108 casos. Es un fenómeno marginal, si se tiene en cuenta que el sistema educativo argentino tiene 42.000 escuelas y millones de alumnos. No hay que crear la sensación de que estamos en un fenómeno masivo de universalización de la violencia.

-¿Por qué considera que el tratamiento del tema en los medios es perjudicial?

-A veces la excesiva mediatización de estos fenómenos impide un tratamiento educativo y pedagógico del problema. En muchos casos hay afán por salir en los medios. Las situaciones exigen tratar estos temas desde la discreción y el anonimato.

-¿En qué falla el Estado y en qué fallan los padres?

-No hay que analizar el tema en esos términos. Si hay un padre ausente, más que una falla es un fenómeno social. Si hay una falla es en la prevención, en no detectar anticipadamente síntomas que pueden llevar a fenómenos de violencia. Hay que fortalecer radares, la capacidad de observación y de hacer diagnósticos preventivos.

-¿Quiénes son responsables de atender esos síntomas?

-En la escuela, los docentes, los directivos, el personal especializado. Desde otro lado, los padres también pueden apreciar conductas en sus hijos que puedan anticipar el fenómeno. A eso suma la necesidad de fortalecer el vínculo escuela-familia.

-¿Hoy está deteriorado?

-En algunos casos sí está debilitado; en otros, no. Hay contextos sociales y culturales distintos.


-¿Los padres se han desentendido de esa tarea?

-Hay un problema de los adultos en su relación con los jóvenes. Estamos perdiendo nuestra calidad de adultos. Hoy todos queremos ser jóvenes y se tiende a perder esa distinción entre joven y adulto.

-¿Cuál es la consecuencia?

-Eso hace que la permisividad, que existe, se convierta en muchos casos en abandono. La permisividad consiste en que yo no me hago cargo del otro. Y a veces hacerse cargo significa decir no. Muchos adultos interpretan que decir no y poner límites es ejercer un nivel de represión y autoritarismo negativo. Y en muchos casos es todo lo contrario. Decir no es un límite de protección, basado en el cariño y en el afecto.

-¿Eso es exclusiva responsabilidad de los padres?

-Uno lo ve en la TV, en los modelos que muestra. La distinción entre el joven y el adulto no existe. Hay un fenómeno de la juvenilización de la cultura, que no es muy bueno. Afecta a la escuela, la relación del maestro con el alumno, particularmente en los colegios secundarios.

-¿Antes la escuela tenía resultados más efectivos?

-Había menos problemas y menos necesidad de enseñar estas cosas. Además, ahora todo chico de 3 a 17 años está en la escuela y cualquier cosa que le pase tiene que ver con su condición de estudiante. Muchos de estos fenómenos afectaban antes a chicos que no estaban en la escuela. Hoy los tenemos a todos dentro del aula.

-De todos modos, los episodios de violencia escolar se dan en sectores de clase media, que siempre estuvieron incorporados a la escuela.

-Efectivamente. El fenómeno no tiene un corte socioeconómico. Afecta a todos. Hace cuarenta años no era un objetivo de la educación el aprender a convivir. Hoy es una fuerte demanda que se hace a la escuela porque la sociedad no encuentra formas de cohesión social.

-¿Los maestros están preparados para atender esta problemática?

-No podemos generalizar. Algunos sí, otros no. Estamos trabajando activamente en programas de convivencia y mediación escolar para atender este fenómeno nuevo. Debemos trabajar para fortalecer la capacidad de diagnóstico y observación del maestro. Y, a partir de estos casos, el equipo escolar decide los pasos por seguir. A veces se puede requerir la presencia de un profesional o un especialista.

-¿Los maestros tienen instrucciones para actuar en estos casos?

-Están los códigos de convivencia, que son el marco institucional que rige estos procedimientos. Cuando el Consejo de Convivencia es superado, intervienen el supervisor y la línea jerárquica de cada jurisdicción provincial.

-¿Influye en la seguidilla de casos el clima de enfrentamiento que a veces se percibe en la sociedad?

-Los chicos aprenden cuando observan, participan y viven experiencias de agresión en la sociedad. No hay mejor radiografía de lo que es la violencia escolar que observar lo que pasa a la salida de una escuela, cuando los padres, los adultos, no respetan abiertamente nada: estacionan en cualquier parte, detienen el tránsito, pasan por encima de cualquiera para retirar a su hijo.

Es un ejemplo del clima de falta de respeto a la norma que existe en nuestra sociedad. Y eso enseña mucho más que una clase de convivencia o un manual. Hay un clima general de no respetar la norma.

-Es el mismo clima que se vive con las protestas de los piqueteros y el reciente conflicto con el campo.

-Por supuesto. Y no es un problema argentino. Los fenómenos de violencia en países desarrollados son de una magnitud que nosotros no conocemos. En Estados Unidos, donde todo el mundo está armado, cada vez que hay problemas de este tipo mueren 15 o 20 chicos.

-Pero acá no estamos lejos. Hay casos de alumnos que van a la escuela con armas.

-Efectivamente. ¿De dónde salen esas armas? ¿Quién le enseña a ese chico a manejar un arma? No fue la escuela. No fue el maestro. Eso lo aprendió el chico en su casa o en la calle.

-Al centrar usted la responsabilidad de los adultos, ¿incluye a los docentes?

-Sí, pero a veces el docente es el que está más obligado a jugar el papel de adulto. Y en muchos casos se ha constatado que los padres prefieren aliarse con sus hijos en contra de los docentes. Cada vez que un maestro se pone más exigente y trata de cumplir con su papel de un modo más estricto se produce este nuevo fenómeno, contrario a lo que ocurría en el pasado, cuando había una alianza entre la escuela y la familia.

-¿El Estado actúa en esos casos para respaldar al docente o en los últimos años se ha relajado esa conducta?

-El Estado siempre ha respaldado posturas que se basan en un criterio educativo. Recientemente, cuando la directora de una escuela de La Plata sancionó con tres días de suspensión a un chico y hubo una especie de clamor de la comunidad para que lo expulsaran, nosotros actuamos. Y estamos para educar. Nuestra función es educar, y si yo lo expulso pierdo la posibilidad de educar. No quiere decir que no tiene que haber sanciones. Pero la sanción es una etapa de un proceso educativo. No puede ser la etapa final, en la que sanciono al alumno, lo echo y se acabó. Salvando las distancias, es como si un hospital decide expulsar a un paciente que resiste un tratamiento porque no lo puede curar. La escuela tiene que agotar todas las instancias. Puede decidir ponerlo en otro lugar o tomar la medida que aconseje la situación. Pero de ningún modo llevar al extremo de romper el vínculo, porque ahí ya no puedo seguir cumpliendo con la misión educativa.

-¿Qué medidas concretas hay que instrumentar para detener la creciente ola de episodios de violencia?

-A mediano y largo plazo debemos fortalecer la enseñanza de la lengua. La escuela tiene que aumentar significativamente las experiencias que favorecen el diálogo. Para dialogar hay que manejar el lenguaje. Yo puedo expresar lo que siento a través del lenguaje. Hay una asociación muy fuerte entre violencia y lenguaje. Cuando el uso del lenguaje se agota se apela a la acción directa. Hay que favorecer las conductas de diálogo, que son la mejor manera de resolver los conflictos por vías no violentas. Conflictos va a haber y habrá siempre. Eso forma parte de la naturaleza humana y las relaciones sociales. Lo que debemos evitar es que el conflicto termine en agresión, en querer eliminar al otro. Por eso es muy importante que la escuela coloque la idea de aprender a vivir juntos como pilar fundamental de su trabajo. Hoy es más necesario que nunca.


Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION

Cyberbullying: la violencia escolar en la web


Surge en los patios, en el aula y en la vereda de las escuelas; se reproduce por e-mail, mensaje de texto, messenger, páginas web difamatorias, blogs y video online

La violencia ocurre en los patios, las aulas, la vereda de las escuelas, entre otros espacios, y la tecnología la reproduce por e-mail, mensaje de texto, messenger, páginas web difamatorias, blogs y videos online.

Hoy se conoció un caso en San Isidro de lo que en Estados Unidos se llama cyberbullying , es decir, la forma en que la intimidación, la humillación y el acoso que surge mayoritariamente entre adolescentes en la escuela cruza la frontera física hacia el espacio virtual de la web.

El abuso de estos métodos busca la intimidación de la víctima y así extiende la agresión que tiene lugar en el espacio escolar hacia otros ámbitos de circulación etaria y tribal.

En España estas prácticas son conocidas como acoso escolar y toman modalidades como: el bloqueo social, hostigamiento, manipulación, coacción, exclusión social, intimidación, agresión y amenaza, entre otras formas.

En Chile se abrió un Observatorio de Violencia Escolar donde concluyen, a partir de un estudio realizado en distintos colegios en 2005, que "probablemente no existe mayor violencia en los establecimientos educacionales que hace una década, aunque sí se puede afirmar que se han incrementado los casos puntuales de hechos graves".

En la Argentina las escuelas se hacen eco cada vez más de las prácticas que se desarrollan en otros países, donde las armas y la violencia tienen registro diario en el ámbito escolar. Así, los videos de las peleas que tienen lugar en ese ámbito pueden encontrarse en la web.

Muchas de esas imágenes tratan de advertir sobre los alcances de esa violencia digital. Otros están armados en tono de parodia. Sin embargo, muchos retratan lo que sucede entre los estudiantes. Así, por ejemplo, este video con el sugestivo título 100 por ciento violencia escolar es uno de los que muestran uno de los choques entre escolares.


Si desea acceder a más información, contenidos relacionados, material audiovisual y opiniones de nuestros lectores ingrese en :

http://www.lanacion.com.ar/informaciongeneral/nota.asp?nota_id=1001319

jueves, 20 de marzo de 2008

Nativos Digitales - Inmigrantes Digitales

HERMANOS DIGITALES. CAMILA (12), GUADALUPE (3) Y TOBIAS GIORDANO (9) USAN LAS TECNOLOGIAS DE INFORMACION Y COMUNICACION (TIC) CON TODA NATURALIDAD.

CONDUCTAS

"Nativos digitales": tienen menos de 12 años, dominan la tecnología y los padres no los entienden

Publicación Diario Clarín Domingo 09/03/08

Nacieron y crecen en un mundo de computadoras, y son expertos en su manejo. Tienen destrezas y formas de comunicación que los adultos ("inmigrantes digitales") no terminan de asimilar. Cómo convivir con las diferencias.

Quilmes, cuatro de la tarde. "Foto, foto...". Apunta, busca el botón de la cámara digital del celular de su mamá y ¡click! "Mirá, má, es Toto", dice entre carcajadas Guadalupe Giordano, una rubiecita de tres años que no es consciente de su habilidad ante las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). "Es increíble lo que sabe hacer. Yo todavía no aprendí a usarla, fui una de las últimas en comprarme un celular... Muy bien, muy bien", la felicita Viviana, su mamá. Esa habilidad convierte a Guadalupe en "nativo digital", término acuñado en 2004 por Marc Prensky, un pensador estadounidense (ver El mundo...). Refiere a los chicos menores de 12 años que nacieron y crecen con las nuevas tecnologías como parte de su entorno familiar y social cotidiano.

Esta generación, que algunos especialistas amplían a los nacidos a partir de 1990, es también conocida como "multitask" (multitarea), y se distingue de los "inmigrantes digitales", los adultos que consideran que las herramientas del mundo digital hacen más difícil la vida. "Yo tengo resistencia a lo digital y eso que trabajo con la computadora. Muchas veces los chicos tuvieron que ayudarme a armar una planificación o buscar a dónde irnos de vacaciones", admite Viviana.

Los especialistas en tecnología y educación consultados por Clarín coinciden en que los nativos e inmigrantes digitales tienen problemas de comunicación: los padres y los chicos no se entienden. Antonio Battro, doctor en Psicología de la Universidad de París y jefe de Educación de One Laptop per Child, asegura: "Las dos generaciones tienen lenguajes completamente diferentes y además perciben distinto la información. Los padres no comprenden los tiempos de sus hijos porque no están acostumbrados al inmediatismo que hoy rodea la vida digital de los chicos".

Tobías (Toto), de nueve años, se sienta frente a la computadora. Desde los cuatro años sabe manejar las TIC. "Mi mamá se enoja si sólo uso Internet para buscar información para hacer los deberes del colegio. Porque pongo la pregunta en Internet y ya está. Lo copio y listo. Pero mi mamá me dice que tengo que usar los libros", dice.

"Los chicos se aceleran cuando usan las tecnologías. Por cuatro meses estuvimos sin computadora por las vacaciones y la mudanza. Nunca los había visto tan relajados como durante ese tiempo -continúa-, hasta dudé si volverles a instalar la computadora porque se ponen nerviosos por conectarse a Internet, y ni hablar si les saco el celular por un día", argumenta Viviana.

Los padres consideran que sus hijos dependen mucho de la tecnología. Para ellos, lo digital es "exterior", mientras que para los chicos es "parte de uno". "No es que dependemos, mis papás no entienden que no se puede vivir sin la compu, el celular o lo que sea. Es como que es algo normal de la vida", dice Camila (12), la hermana mayor de Tobías y Guadalupe. "Ellos quieren que dé un examen en el colegio pero no es para aprender a usar Internet. Es para el Power Point y no sé que más. Mis papás no entienden que uso la compu para mis cosas de la vida. Nunca la voy a usar para trabajar", agrega.

Carlos Neri, psicólogo especialista en tecnología y educación, señala: "Los chicos se quejan de que los padres no entienden y los padres se quejan de que no entienden la relación que tienen ellos con la tecnología. Están cambiando su forma de percibir el acceso a la información y a la comprensión de las relaciones intersubjetivas. Los profesores y los padres, en muchos casos, provienen de otro paradigma, con más mediaciones y algo confundidos por los tiempos de los chicos". Como Octavio Votano (10), que dice: "No aguanto estar un día sin Internet. Y tampoco si alguien tarda en contestarme un SMS, por Messenger o lo que sea, porque me aburro".

Los especialistas sostienen que para los chicos ya no hay nada nuevo. Están empapados de pantallas, sonidos y una gran capacidad de síntesis y abstracción . "Los padres aún no se acostumbraron a ese idioma", dice Neri.

Para Prensky, el futuro no parece sencillo: "La relación entre nativos e inmigrantes digitales será terrible. Su comunicación ya se está rompiendo, sobre todo en la comprensión de las redes sociales". Pero a no desesperar: ya hay quienes están trabajando para reparar esos vínculos.

Guillermina De Domini

lunes, 17 de marzo de 2008